Dicen: uno pone y Dios dispone. En este caso el gobierno dispuso que el Edificio Central permaneciera cerrado hasta el 11 de mayo, por lo que los planes de ver una
peli el viernes pasado en este sitio nos fueron truncados a la
agridulcealimañainvenciblesic y a
mua.
Como alternativa nos dimos el rol por el
MAC8 -donde descubrimos que cada una tiene su propia historia
curiosilla del pasado- que exhibe en permanencia a
Enrique Guzmán, y como temporal a sepa-cómo-se-llama-la-artista, por lo que se darán cuenta no me causó mayor
impresión,
gulp.
Al salir comenzamos la infructuosa búsqueda del
frappuccino perfecto. Resultados de la primera parada: dos sorbos y a la basura (para mi amiga pues yo no compré nada aquí, mi desidia me salvó jo jo).
Optamos por irnos a la segura y pasar al
ICA por un delicioso y conocido
frappu de Doña
Martha; camino a, entramos a la librería
onde yo tenía apartado
El guardián entre el centeno, que ya no quise y mejor con lo que había dejado en depósito más una lanilla extra me llevé estos otros que me sugirió la agridulce:
Después de
papalotear un rato más en la librería nos pasamos a la Casa de la Cultura ora sí, donde se exhibe la exposición del Encuentro Nacional de Arte Joven 2009 (y
onde con tristeza abandonamos la misión de probar el
frappu perfecto, pues Doña
Martha no abrió...
bu).
Vimos algunas propuestas curiosas; como las fotos de un
güey que realizó una especie de sello con un bate de béisbol; prácticamente se dio de
madrazos por algunas partes del cuerpo dejando marcadas algunas frases que supongo tendrán algún significado particular (yo la neta no se lo encontré, disculpen mi poca sensibilidad artística).
Ay píquenle luego al
bló de la
agridulcealimaña...
(luego nos arreglamos con lo de la publicidá), que fue la que tomó fotos y quizás las suba un día de estos.
Mi amiga reconoció a
Oliver Esquivel, quien había estudiado un tiempo en la
Uni con su hermano y que ahora es un artista plástico que ésta vez obtuvo mención honorífica.
También nos topamos con unas botas vaqueras marca
adidas, con la escultura de una naranja
transgénica (que de primera impresión me pareció un seno amarillo y deforme)
y
nos sorprendimos-decepcionamos al descubrir que el
collage sigue siendo un recurso socorrido en estas exposiciones.
Terminamos el recorrido
culturoso zampándonos un
frappuccino moka y un
smoothie de mango (
pasables) por aquello de que está
re dura
la calor, en un conocido café de La Plaza Patria; por supuesto la
agridulcealimaña no pudo resistir la tentación de husmear en mis recién adquiridos libros...
Y antes de ponernos serias y
existencialistas leímos
La Oveja Negra, de
Monterroso, que nos hizo mucho
jiji. Ahí dejo.
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.