miércoles, 19 de enero de 2011

Lost in Translation

Anoche vi Lost in Translation.
Otras veces, la había visto anunciada; o en mi paseo habitual por todos los canales, daba con ella; pero nunca me detenía para verla.
La noche de ayer tuve cierta renuencia también y, aunque por coincidencia, puse el canal donde estaba por comenzar, le cambié para ver otra cosa.
Más tarde, por fin, sintonicé la peli, cuando ya iba a la mitad... y la disfruté como la primera vez que la vi. Incluso, puedo decir que algo más.

De la primera vez, nos recuerdo a los tres, en la sala de cine. Como siempre, Rod y yo, con las expectativas sobre lo que estábamos a punto de ver: que si la peli había sido aclamada por la crítica, que si Sofía Coppola se colgaba del nombre de papi Francis, que si Scarlett Johansson era la nueva promesa del cine (aunque ni tan nueva, pa esos entonces), que si la fotografía, el soundtrack...
Personalmente, identificaba sobre todo a Bill Murray, como Peter Venkman, de los cazafantasmas... ajá, viejos traumillas de mi infancia.

Y recuerdo también a Ernesto, con la franca sonrisa de siempre y palomitas en mano, acomodándose en la butaca para pasar un buen rato, yendo al cine con sus amigos.
Salimos de la sala, satisfechos con lo que vimos; comentarios más, comentarios menos.
Esa fue la última vez que fuimos al cine con Ernesto.
La última peli que vimos con él, fue Voces Inocentes, de Luis Mandoki. La vimos en casa de su mamá, un fin de semana que fuimos a visitarlo, cuando recién comenzaba las quimioterapias. A pesar del drama fílmico y el drama particular, no se me olvida la sonrisota infinita de Ernesto.

Anoche, tras la segunda vuelta de Lost in Translation, pensé en todas las cosas de las que me he perdido, por el miedo al dolor.
Sobre todo, porque es miedo a un dolor fantasma, no a un dolor real, en sí.
Por supuesto, me encantaría decir que cualquier día de estos, podría tomarme un café con Ernesto... aunque no sea así, me quedo con la fortuna de saber que pude hacerlo alguna vez.
Y me quedo también con el recuerdo del tipo más valiente que he conocido.

Ah! y por cierto, que a Bill Murray ya no lo asocié esta vez a Peter, el ghostbuster... aunque le encontré cierta similitud con su personaje en Flores Rotas.
Ya vislumbro próximo trauma... jojo.