El último rol de mi empleo multifacético fue el de camarógrafa, hace un par de semanas.
En estos tiempos de crisis (o sea, los mismos tiempos desde que tengo uso de razón) no puedes negarte a las peticiones -o sea órdenes tajantes- por parte de "los altos mandos" de labores extras y no remuneradas a tus obligaciones habituales, en virtud de ahorrarles una lanita claro está.
Yo la verdad es que me divierto disfrazándome, y no fue la excepción en mi más reciente experiencia.
La misión que me fue encomendada fue ir a grabar un evento gubernamental, en el que además nos darían una entrevista exclusiva al finalizar (güórales qué cool).
Lo primero que aprendí de un "colega" (conste que lo puedo nombrar así, porque resultó que estudiamos la misma carrera) es que grabar un evento de éste tipo es un desperdicio, ya que los de comunicación en gobierno a huevo tienen que hacerlo; tons mejor ahorrar tus propios recursos, hacerte amiguis de alguno de esa área y pedirle que luego se moche con una copia de todo. Chido.
De todas formas yo ni podía grabar, porque bien listos en mi ofi me compraron un disco DVD pa la cam en vez de el cassette mini DVque les pedí, toing.
Así que estuve esperando un ratote a que llegaran con el encargo correcto. Mientras tanto me puse a turistear por el recinto, mandé algunos mensajitos ociosos, me asomé de vez en cuando a la sala de la reunión pa refrescarme con el A/C (y también era chistosillo ver que todos estaban taaaan aburridos que en cuanto abrías la puerta, se despabilaban esperando ver afuera algo más emocionante que lo que pasaba entre sus cuatro paredes).
Lo segundo que aprendí es que cargar con una cámara y un tripié puede resultar atractivo (para los que NO tienen que cargar con todo el armatoste, porque pa mí fue como una sesión de pesas obligada, ouch). Digo, tampoco me quito mis méritos personales jiji, pero es que el tonito y la mirada lujuriosa con la que un tipo me preguntó "¿eres reportera?" me causó extrañeza (fijaciones enfermizas con Luisa Lane, supongo). Lo que re-aprendí en realidad fueron esas sabias palabras que tanto escuché en mi niñez: no hables con extraños.
Por fin entré a la sala para escoger el lugar adecuado para llevar a cabo la entrevista y colocar todo el equipo.
Lo tercero que aprendí es que cuando no llevas todo lo necesario para hacer bien tu trabajo, puedes recurrir a una caidita de pestañas con algún incauto que sepas que te puede resultar de ayuda... ah! usar la vocecita de niña consentida y los diminutivos también funciona y muuucho. "Aich, no traigo extensión para la cam, me la prestas rápidito? van a ser sólo 5 minutitos... shi, porfis?" caída de pestañas y la extensión fue mía por media hora.
Por fin terminé de instalarme; mi jefe y el entrevistado se pusieron guapos y a la cuenta de 3, 2, 1 grabando empezó el bla bla bla. Tuve que recordar mis clases de videoproducción en las que mi maestro Pablo me regañaba por dejar mucho "aire"en las tomas, así como luchar contra mi adicción por hacer zoom a la menor provocación....
Y lo cuarto y último que aprendí es que siempre hay que fijarse bien cuántos mirones se han quedado en la sala de grabaciones y lo más importante, dónde se han quedado; no vaya a ser que estés tan ensimismada sobre el visor de la cámara que no te des cuenta de que estás dando un choucito de tu trasero en primer plano al público asistente, gulp.
1 comentario:
Ha sido toda una odisea, pero veo que al final una experiencia positiva.
Un saludo.
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