1. Hay algo que no puedo aceptar y eso es la muerte. No puedo,
siquiera, por ejemplo, voltear a ver una paloma que ha sido atropellada y yace
destripada en la acera. No es que me de asco. Es que me enfrenta a la muerte y
yo simplemente no quiero mirarla; ni de reojo.
2. Constantemente tengo sueños en los que despierto de un sueño raro y
tengo ganas de contarle a alguien lo que soñé; pero entonces despierto de ese sueño
y caigo en la cuenta de que el anterior también era un sueño.Y despierto.
¿Sí despierto?
3. Una tarde de 24 de diciembre comencé a leer un ensayo de Aldous Huxley llamado
Las Puertas de la percepción. En este ensayo, el escritor describe su experiencia
con el uso de la mezcalina, una droga del tipo alucinógeno.
Luego de leer un poco sobre los primeros efectos de la droga en la
conciencia del narrador, me quedé dormida.
Soñé que estaba leyendo un ensayo de Huxley y me quedaba dormida boca
abajo sobre la cama. De pronto, mi cuerpo se elevaba y adoptaba una posición
fetal-horizontal. Abrí un poco los ojos y noté que estaba girando sobre mi propio eje, por
encima de la cama. Desde ahí pude ver
claramente mis libros y los dvd’s que tengo en la cabecera; vi también las paredes de mi habitación, el clóset, la puerta de la entrada... por un momento tuve la impresión de que mi cuerpo se dirigía a esa puerta con rumbo desconocido y sentí algo de miedo y mareos.
Empecé a repetirme mentalmente que debía
bajar, y, sobre todo, debía dejar de girar. Poco a poco (aunque me pareció una
eternidad), dejé de dar vueltas y de flotar, aterrizando por fin sobre el
colchón. Desperté.
¿Sí desperté?
4. La lluvia siempre me recuerda que alguna vez tuve la
capacidad de quitarme los zapatos y correr por el pasto enlodado. Fue en Junio,
hace muchos años. Ahora, busco resguardarme lo más posible para no ensuciarme
nada. Aunque sea Junio y no llueva.